El Príncipe de Maquiavelo
El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, es un libro ampliamente leído y consultado en temas de estrategia política y negocios; su alcance va más allá del ámbito político y, para muchos, supone una referencia incluso para la vida cotidiana de una persona. Sin duda, El Príncipe constituye un relevante aporte a la concepción moderna de la política. Desde un punto de vista histórico, es una obra que rompe con la tradición filosófica del pensamiento político en la cual la práctica política se basaba en la idealización de gobiernos y ciudades utópicas. Contrariamente, Maquiavelo defiende en El Príncipe que la política va más allá de la idealización de las conductas de los gobernantes y argumenta que, generalmente, la acción política no responde necesariamente a la moral sino a las leyes del poder.
Para Maquiavelo el ejercicio del poder, de la política no obedecía a principios morales sino el bien del Estado; en la que se considera que la verdad efectiva es más importante que cualquier ideal abstracto. Por ello, cualquier acción de la política estaba plenamente justificada, pese a la moralidad o no de la misma. Por lo tanto, el plano político para Maquiavelo estaba por encima de todo. Debido a sus conocimientos de historia, para demostrar sus teorías, Maquiavelo puso como ejemplo situaciones históricas reales, que abarcan desde el mundo antiguo hasta su presente. Existe un debate sobre quien se inspiró Maquiavelo en "El Príncipe"; sin embargo, muchos historiadores coinciden que principalmente fue César Borgia, ya que es citado en numerosas ocasiones y que era un ejemplo para Maquiavelo de cómo hacer política para mantener un Estado en paz.
Inspirado por gobernantes, especialmente fijó su atención en Cesar Borgia y Fernando el Católico, que buscaban un Estado fuerte y una política efectiva. Maquiavelo huyó del idealismo que inundaba el arte de Florencia, donde destacaban artistas de la talla de Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, quienes para Maquiavelo tenían una percepción y critica muy idealista de lo que debería ser un Estado. El florentino, lejos de el idealismo, defendía que un Estado fuerte y bien dirigido traería más paz que guerra, más prosperidad que pobreza; contrariamente a un Estado que se basase en principios sin un liderazgo fuerte en favor del propio Estado. El gobernante, identificado como El Príncipe, debía buscar el equilibrio entre la nobleza y el pueblo, y éste solamente era posible mediante la supremacía de la política frente a todo lo demás. También advertía de que "El Príncipe" tuviera buenos consejeros y evitara aduladores que, en caso de hacerles caso, podían llevar el gobierno a la ruina absoluta Así, Maquiavelo llego a afirmar que no existían las guerras justas sino las necesarias, aunque siempre subrayó que las armas deberían de dejarse para el último lugar, allí donde todo lo demás no llegase. El engaño, la doble intención, los objetivos políticos, la palabra y la mentira formarían las palabras claves del Príncipe y que, indudablemente, sigue siendo parte de la política de hoy en día.
la política no obedece a principios morales sino el bien del Estado; para Maquiavelo el plano político estaba por encima de todo. Así pues, para Maquiavelo cualquier acción del Estado está justificada por encima de cualquier principio moral, de ahí a que se le atribuya (aunque erróneamente) que "el fin justifica los medios".
Aunque es cierto que El príncipe es la obra de donde se acuñó el término maquiavélico, utilizado mayormente para condenar prácticas inmorales o malévolas y con una gran carga peyorativa, no es menos cierto que El Príncipe es una obra de gran valor por su conocimiento de la sicología humana, el sentido común y el pensamiento pragmático. El Príncipe ha pasado a la historia del pensamiento por constituir el arranque de la reflexión teórica sobre los orígenes del poder y la estructura del mismo. Aunque una de las frases más atribuidas a Maquiavelo es "el fin justifica los medios" esta nunca aparece en la obra; sin embargo, la mayoría de historiadores coincide que fue una de las notas que Napoleón utilizó para describir la obra. Maquiavelo, en la introducción de El Príncipe justificaba su obra en el sentido de que él estaba en contacto tanto con la política dirigente como con el pueblo. Así, Maquiavelo comienza argumentando "Los pintores encargados de dibujar un paisaje, deben estar, a la verdad, en las montañas, cuando tienen necesidad de que los valles se descubran bien a sus miradas; pero también únicamente desde el fondo de los valles pueden ver bien en toda su extensión las montañas y elevados sitios2. Sucede lo propio en la política: si para conocer la naturaleza de los pueblos es preciso ser príncipe, para conocer la de los principados, conviene estar entre el pueblo."
Los 26 capítulos de "El Príncipe" se pueden dividir en cuatro secciones:
los capítulos 1 a 11 analizan los diferentes tipos de principados o estados,
los capítulos 12 a 14 describen los diferentes tipos de ejércitos y la conducta adecuada de un príncipe como líder militar,
los capítulos 15 a 23 sugieren cual debe ser el carácter y el comportamiento del príncipe, y
los capítulos 24-26 discuten la desesperada situación política de Italia en comparación con la época de esplendor de Roma que Maquiavelo anhelaba.
Por último, el capítulo final es una súplica para que la familia Medici suministre el príncipe que sacará a Italia de la humillación.
Muchas ce sus frases más célebres han sido citadas en centenares de trabajos académicos, ensayo en libros de autores más famosos y con mayor influencia.
Aquí enlace a "El Príncipe" en castellano
Según Maquiavelo existen dos formas de adquirir los principados: con las armas propias y con virtud, o con las armas y la fortuna de otros.
En el primer caso, señala que, si bien estos principados son más difíciles de adquirir, son, a la larga, más fáciles de mantener, siempre y cuando se disponga de las suficientes fuerzas.
En el segundo, explica que los principados adquiridos con las armas y la fortuna de otros aunque resultan muy fáciles de obtener, son, al contrario, difíciles de mantener, pues se depende de un conjunto de factores que lo condicionan.
Citas Célebres de "El Príncipe"
La Política no tiene relación con la moral
Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.
Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira
Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse.
Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.
La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos-
El Príncipe deberá elegir a los buenos consejeros y evitar los aduladores.
La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.
No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad.
El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente”
Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.
La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad.
Las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que, por probarlas menos, hagan menos daño, mientras que los favores deben hacerse poco a poco con el objetivo de que se aprecien mejor”
El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo.
Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten.
El príncipe debe hacer uso del hombre y de la bestia: astuto como un zorro para evadir las trampas y fuerte como león para espantar a los lobos
El que quiere ser tirano y no mata a Bruto y el que quiere establecer un Estado libre y no mata a los hijos de Bruto, sólo por breve tiempo conservará su obra.
En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros.
Si el partido principal, sea el pueblo, el ejército o la nobleza, que os parece más útil y más conveniente para la conservación de vuestra dignidad está corrompido, debéis seguirle el humor y disculparlo. En tal caso, la honradez y la virtud son perniciosas.
En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.
Dios no quiere hacerlo todo, para no quitaros el libre albedrío y aquella parte de la gloria que os corresponde.
Los hombres olvidan con mayor rapidez la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.
De vez en cuando las palabras deben servir para ocultar los hechos.
El vulgo se deja cautivar siempre por la apariencia y el éxito.
Que nadie provoque desórdenes en una ciudad en la ilusión de que luego podrá frenarlos a su antojo o encauzarlos según sus deseos.